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DIARIO DE CAMPAÑA: CADUCIDAD, CUCHILLAS Y CONSTITUCION Por: Gonzalo Perera


Si un consejo de los tantos recibidos en mi vida, aprecio muy particularmente, es el de, cuando se discuten temas arduos, complejos y en un clima de tensión o aspereza, tratar de serenar al máximo posible el juicio y no incurrir en la suposición o interpretación de intenciones, sino remitirme a los hechos.
En estos momentos, el posible fin de la Ley de Caducidad depende esencialmente de la voluntad de la bancada de senadores del Frente Amplio. Pese a que la oposición hace sentir, con generosa exposición en los medios, su voz de disconformidad, a que el comandante Rosales excede los cometidos de su función específica al emitir opinión sobre temas correspondientes a la arena política, el gran premio en repercusión pública lo lleva, sin duda alguna, las disidencias o matices de opinión en torno al punto en la propia bancada frentista.
Para considerar este punto hay que aplicar el viejo dicho campero "no empareje que no es pa´rienda". Dicho de otro modo, hay que distinguir las situaciones que son distinguibles y no meter en una bolsa situaciones diferentes. Pero, al mismo tiempo, hay que honrar un equilibrio muy sutil que el FA ha sabido guardar desde su fundación: respetar su policromía, su pluralidad, su diversidad de orígenes, culturas políticas y visiones ideológicas a largo plazo, con el culto permanente a la unidad y a la disciplina, y al actuar de manera común ante los temas considerados de importancia superlativa en el acontecer político.
La resolución del FA al respecto- compartida desde las entrañas por su militancia- es terminar de una vez con la nefasta ley, que entre otros males, nos expone a una sanción en diversos organismos internacionales por no respetar convenciones y acuerdos sobre el tema derechos Humanos a los que libre y soberanamente adherimos ( y durante gobiernos de los Partidos Tradicionales, vale acotar). Dicho sea de paso, algunos legisladores lamentan la pérdida de soberanía que estos tratados suponen, por sojuzgar el voto de nuestro pueblo a disposiciones suscritas con otros estados. No hemos oído a dichos legisladores abogar por el respeto cabal del plebiscito del 92 y el retorno al monopolio estatal de las tecnologías de las telecomunicaciones más estratégicas. Tampoco hemos visto a dichos legisladores abogar por la abolición del TIFA, del Tratado de Libre Comercio con México, de la filiación a la OMC, etc., sino que por el contrario suelen abogar por la apuesta a un país serio, respetuoso de sus compromiso internacionales y confiables en sus acuerdos como forma de atraer el inversor extranjero. O sea, que en esta particular versión de la lógica aristotélica, la soberanía se pierde si se pacta el respeto a los derechos humanos, pero no se pierde si se pactan condiciones de privilegio para inversiones de empresas de determinados países. Pobre Aristóteles....
Diversos senadores frentistas anuncian sus dudas, reservas o inclusiones discrepancias con el proyecto a consideración senaturial. Por ejemplo, ha expresado reservas el senador Baraibar, quien en estas mismas páginas habitualmente se comunica con Ud. querido lector. No conozco la razones del compañero Baraibar, pero no he encontrado ninguna expresión suya que me parezca destemplada o fuera de lugar. Por lo que no cabe más que tomar su actitud con respeto, esperar su decisión definitiva y mientras tanto, no aventurar juicios extemporáneos o irritantes. Se ha divulgado también alguna reserva del senador Eleuterio Fernández Huidobro. En tal caso, y siendo notorio el muy particular respeto y admiración que me merece "el Ñato", discrepo pero respeto aún con más razón. No sólo por el aprecio particular al compañero, sino porque recuerdo la polémica entre él y Hugo Cores respecto al tema de la Ley de Caducidad, y si se toma en cuenta este antecedente, nadie podrá decir que su postura a lo largo del tiempo no ha sido completamente coherente. El senador Rodolfo Nin ha hecho sentir su voz discordante en un tono bastante notorio. Pero los diputados de su sector acompañaron con su voto disciplinado al conjunto del FA. Por ende, en todo los casos aquí señalados, en lo personal y con el debido respeto, espero que los compañeros aludidos acompañen la postura decidida por el FA, o, en su defecto, si entienden que esto violenta sus conciencias, recurran al legítimo recurso de convocar a un suplente que acompañe la iniciativa.
Sin embargo, un caso aparte lo ha constituído el senador Jorge Saravia, quien, voluntaria o involuntariamente, se ha transformado en foco de atención central de noticieros y diversas notas periodísticas. Haciendo alusión a sus ancestros, el compañero Saravia se manifiesta dispuesto a ir a votar en contra de la iniciativa que termine con la Ley de Caducidad bajo el costo que fuere, pues , ha dicho, de prosperar la referida propuesta, se estaría ante "un Golpe de Estado Técnico".
Me permito señalar, con todo respeto, al senador Saravia que:

1) Golpe de Estado Técnico, sin duda, vivió nuestro país cuando el Comandante Hugo Medina metió en su caja fuerte las citaciones judiciales a militares y, bajo tal presión, explícitamente reconocida, el Parlamento aprobó una aberrante Ley de Amnistía para los asesinos y torturadores, disimuladas bajo el eufemístico "Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado".

2) Golpe de Estado técnico, quizás, pueda ser el clima de tensión insoportable y de constante apelación al terror que montó el Gobierno del Dr. Julio María Sanguinetti para el plebiscito del 89, cuando el miedo a toda suerte de hecatombes parecía consecuencia inevitable del voto verde.

3) No puede usarse la palabra Golpe de Estado técnico para la acción legal de un parlamento revisando un adefesio jurídico y ético. Menos desde la bancada de gobierno. Menos con lo que significa la palabra Golpe de Estado. Pepe Mujica no es Juan María Bordaberry ni Almagro es Juan Carlos Blanco, señor Senador. La supremacía de los acuerdos internacionales sobre la legislación local hacen que, de haber tenido gobiernos que no aceptaran golpes de Estado técnicos o afines en su debido momento, no hubiera sido necesario someter ninguna vez a voto popular la referida ley. Se habría aplicado la normativa internacional sobre Derechos Humanos y punto.

4) El Senador Saravia puede abandonar el FA al no acompañar la iniciativa legal, lo ha manifestado. Y puede irse a las cuchillas, como ha dicho, invocando a sus ancestros. Cierto es que no sería el primer Saravia en irse a las cuchillas, claro que no. Pero, mucho me temo que sería el primero en irse a las cuchillas defendiendo a los militares y policías que torturaron y asesinaron a su propio pueblo.
Ojalá el Senador Saravia siga siendo un compañero. Ojalá no legue para la posteridad que a otros tiempos, otros Saravia, otras conductas y otras cuchillas, evidentemente.

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