EL BUSCADOR

DIARIO DE CAMPAÑA: CUANDO AL MICROFONO LO CARGA EL DIABLO



Por Gonzalo Perera |*|

No creció en la pobreza, sino en la marginación. Rodeado de hermanos y primos, sin agua ni luz. Pero quería salir adelante, era de buena madera y tenía un talento: jugaba muy bien al fútbol.

En base a un inmenso sacrificio y esfuerzo comenzó a triunfar, con la pelota atada al pie. Llamémosle "flaco", pues su identidad no es cuestión central aquí. Llegó muy joven a destacarse en un club muy importante y a vestir la camiseta celeste.

Hasta que entró en escena un cierto señor. Prendido del micrófono desde el cual pontifica sobre botijas que apenas pasan 20 años, este señor destinó toda su artillería contra la joven promesa en ascenso. Y lo liquidó ante el aficionado al fútbol. Aficionado que hasta hace muy poco, confundía sistemáticamente virilidad con estupidez y coraje con "pegale en la cabeza que no renguea". Alentados por la particular visión del fútbol de esos micrófonos que jamás vacilaron en cuestionar la vida privada de los futbolistas, como si estos fueran seres subhumanos, sin derecho a su intimidad, tanto derecho como empresarios, políticos, profesionales universitarios o incluso periodistas.

Mientras el fútbol uruguayo moría de frío en canchas casi vacías, en Argentina Maradona demostraba ser el más guapo entre los guapos, pues con todas las patadas que recibió en su carrera se podrían demoler veinte edificios. Y siempre se levantó y siguió dribleando, jugando y creando, divirtiéndose y maravillando. Y nuestros memoriosos saben que no fue a patadas que el fútbol uruguayo se hizo grande, sino con los talentoso como "Rasquetita" Scarone, Pepe Shiaffino, el "Príncipe" Ciocca, Pedro Virgilio Rocha y tantos otros.

Muchos jugadores jóvenes y algún que otro DT corrieron similar suerte que el flaco. Las estrellas ya no eran los jugadores ni los DT: eran los Nerones mediáticos, que según el sentido que indicara su pulgar, salvaban o echaban a los leones a los que protagonizan el fútbol.

Pero en este Mundial de vuvuzelas y sorpresas Uruguay ha cumplido una actuación excepcionalmente buena.

Un equipo joven, con mucha más velocidad y dinámica de la usual, con buena estatura, con delanteros de temer, con muchos jugadores que muestran ser personas inteligentes y con inmensos deseos de triunfar en base a la unión como colectivo y no al destaque individual. Pese a la clasificación obtenida con el último resuello, se percibía en la gente la convicción de que Uruguay iba a hacer un buen Mundial en Sudáfrica. Respetando demasiado a Francia por sus individualidades, equipo resquebrajado en mil pedazos y terriblemente enfrentado con su técnico, más de siete nos desilusionamos e inquietamos por el debut celeste. Pero una fantástica actuación frente a los locales y dos muy buenas ante México y Corea del Sur, configuraron la imagen de un equipo sólido, firme, sobrio, ordenado, que respeta y se hace respetar, que marca hasta el hastío del rival pero no pega y juega al fútbol, que de eso se trata.

Si Uruguay vence a Ghana y se coloca entre los cuatro mejores del mundo, será la mayor alegría que me haya dado el fútbol. Viví el cuarto puesto de México, pero en este mundo en que la pelota rueda en todas las latitudes y en que la FIFA es una de las más poderosas multinacionales, la dificultad de llegar a ese nivel de destaque es aún mucho mayor que antes, sin desmerecer el pasado. Pero si no lo logra, no me importará.

No me importará porque ya vi a gente de todas las edades alegre, festejando en todo el país. Sintiendo que no se trata de ser machos ni "meter la pesada", sino de trabajar bien y de jugar con seriedad, dinamismo y calidad técnica, sin flaquear ni tampoco dramatizar. Y esto es extrapolable a otros terrenos de la vida nacional, donde precisamos confiar más en el fruto del trabajo que en absurdas pretensiones de llevarnos el mundo por delante.

Porque ya, a esta altura, hay muchos millones de personas en todo el mundo buscando en Internet o en enciclopedias dónde queda Uruguay, cómo es, qué idioma se habla, cuál es su idiosincracia. El fútbol volvió a ser la vitrina por donde asoman otras bellezas y talentos del país. Y vaya si esto será valioso.

Pero además ya, a esta altura, vi a algún que otro paladín del micrófono morderse la lengua y tener que elogiar el inmenso talento y entrega de Luisito Suárez, al mismísimo que, pese a mostrar desde siempre su excepcional calidad, se le cuestionó una y otra vez desde falta de personalidad y jerarquía hasta la forma del jopo. Todo un triunfo del talento y el esfuerzo de Luis por sobre la mediocridad y la mezquindad.

Naturalmente, si no vencemos a Ghana, tendremos oportunidad de escuchar avinagrados comentarios y en alguien recaerá la culpa, como chivo expiatorio. El chivo celeste reemplazará al mítico Pato, a la hora de cargar con las culpas. Y si seguimos adelante, oiremos muchos "yo siempre dije que este botija era un crack y que este equipo llegaría lejos".

Me pregunto si de la mano de un excelente Mundial de la celeste, el flaco aún estará a tiempo de rehacer su carrera, atacada a microfonazo limpio. Quizá sea tarde para él, y ciertamente lo es para otros. Pero ojalá la vida le dé esa revancha. Y sobre todo, en un país donde por momentos los comentarios futbolísticos parecen crónicas de guerra, que este Mundial marque una fuerte inflexión en nuestra cultura futbolística.

Ojalá redescubramos que es un simple y bellísimo juego, en el cual no se puede ganar siempre y no hay por qué odiar al que nos gana. Donde se puede disfrutar con sana alegría el jugar bien y con mucho esfuerzo lograr éxitos. Que los protagonistas y dignos de reconocimientos son en primerísimo lugar los jugadores, en segundo lugar los técnicos y que, realmente "los de afuera son de palo". Que se debe abandonar el discurso fascistoide y chauvinista, machista y prepotente, por el disfrute del deporte y el culto de las destrezas física y técnica.

Y que en lugar de escuchar a algunos señores, es preferible prestarles atención a los que alguna vez erraron un penal, los que alguna vez erraron un gol porque les picó mal la pelota, los que alguna vez recibieron un planchazo en la espalda. O a los que simplemente opinan con respeto y cuidado por el ser humano que es el futbolista.

Puede pensarse que esta nota es sobre fútbol. Es parcialmente cierto. Porque de lo que hemos hablado por encima de todo, es del inmenso poder y responsabilidad, capacidad de hacer o deshacer vidas, que confiere el ocupar un rol destacado en un medio de comunicación masivo. Si se dejan de lado los nombres de jugadores y las referencias futboleras, todo es perfectamente aplicable a la política, al arte, a la vida en general.

Pues realmente, en nuestro país, el fútbol es un excelente ejemplo de que a veces los micrófonos los carga el diablo. Pero vaya si hay otros terrenos tanto o mucho más importantes donde, a los muy sufridos micrófonos, hay que airearlos muy bien para quitarles un poquito de olor a azufre.

|*| Analista y matemático.

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